El público ha vuelto. Es una realidad, en el día de ayer se produjo un hecho histórico dentro de la empresa. De modo que todos los luchadores cumplieron un deseo que se ha hecho realidad. Para que todo tenga sentido es necesario que el público entienda, aplauda, grite o vibre con lo transcurrido en el programa.
SmackDown era el programa elegido. Era la mejor elección en un programa en el que como no podía ser de otra forma, el campeón universal, jefe tribal, cabeza de la mesa abría el show con su compañero de batallas Paul Heyman. El público sabía lo que tenía que hacer, abuchear a la cara de la empresa.
Una esencia que a día de hoy estaba pérdida, pero en el momento que Vince McMahon, el mandamás de la empresa dice qué dónde diablos se ha metido la gente, significa que había ganas de verlos de vuelta. Un show bastante entretenido con la interactuación del propio Sami Zayn con el público. Otis mirando a cámara o el propio Big E que vuelve a la esencia del New Day chocando manos.
Cuando Corbin explicaba su nueva historia dentro de WWE enfocaban a un hombre que vivía la misma situación. Todo ha ido sobre ruedas de modo que la comunión entre el público con ganas de ver lucha libre y la empresa ha sido esencial. Todo con recuerdos del pasado y lo que se viene en el futuro.
El regreso de Finn Balor y la aparición de nuevas luchadoras de NXT o la defensa titular de Bianca deja claro que la calidad del programa se mantiene en un día imprescindible. Para cerrar el programa con un Rollins que recuerda al pasado consiguiendo el maletín con el robo del siglo, significa que quieren sacarnos muchas emociones.
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