Son muchas las reacciones generadas en redes sociales después de haber visto como el campeón unificado universal de la WWE Roman Reigns era traicionado de nuevo. Un hecho que pone en relevancia el trabajo creativo de los últimos meses en la empresa del luchador de WWE Sami Zayn.
Momento de la traición
Era Royal Rumble, el inicio del camino de los inmortales. Donde los sueños crecen y se desvanecen de un momento a otro. Bloodline, el barco firme de la empresa que navega por el mar directo al magno evento con una confianza consolidada tras Survivor Series.
Pero todo quedaba en un segundo plano tras Kevin Owens. La mejor rivalidad de Roman Reigns en los últimos tres años. Con varias estipulaciones que muestran como es la antítesis del jefe tribal. De cualquier modo pudo hacer daño a Roman.
Lo golpeó donde más duele, en la familia. Sami Zayn había sido acogido en la familia como uno más después de exponerse todos los hechos en los que ayudaba y se sacrificaba por ellos. Una relación mutua que implicaba una autoconfianza y apoyo mutuo a pesar de cualquier adversidad.
Tras la victoria de Roman tocaba mostrar respeto. Destrozaron literal a Owens que esposado no tenía posibilidad de protegerse. Una amistad de más de quince años lo únia a Sami. Un hombre que tuvo remordimientos en un stable sin piedad y que solo pensaba en conseguir oro.
Quizás ese fue el problema que radicaba desde un primer momento entre ambos. Le costaba a Roman su primera derrota en programación semanal desde hacia tres años y ahora le costaba la confianza total gracias a una silla manchada de remordimientos.
La silla, una silla que golpeaba a Roman nueve años atrás y que hoy se volvía a repetir la historia. Roman sale solidificado ante la lealtad de Jimmy y Solo, pero Jey vuelve a ser el punto de escisión de la familia samoana.
Las razones de Sami
Un luchador polivalente, se ha adaptado a todo tipo de personajes. Tres veces campeón intercontinental, sin la necesidad de gloria y fama. Un hombre maduro que lo único que quería era sentirse querido y arropado. Una lealtad que se rompe por el golpe de una silla en la columna de Bloodline.
La misma que lo acogía y apodaba el miembro honorífico Sami Uso. Una historia de amor que termina de la peor manera posible. Sami solo quería seguir estando en lo más alto sin necesidad de destrozar más a un rival totalmente derrotado.
Sami se siente identificado con KO. Tantas peleas, tantos combates juntos que se ve reflejado en sus ojos. Sabe de lo complicado de enfrentar al más grande de la empresa y caer así, es lo más duro posible para alguien con empatía.
Es el punto principal de Sami, la empatía. Siempre ha querido lo mejor para sus seres queridos, pero llega un punto límite. Sami debe seguir los pasos de la adrenalina, o debe pensar con la razón dentro de WWE.
Muchos dicen que es amor, un amor por la gloria. Sami nunca ha podido tocar la gloria, ser estelar o simplemente poder ser respetado por el público. Una transformación que muestra facetas de campeón al oponerse a la facción más grande de los últimos años.
El amor es tan corto e intenso, y el olvido es tan largo… Costará mucho poder olvidar aquellos programas en los que Sami Uso rompía el personaje de los Usos o del propio Roman. Pero todo tiene un principio y un final, y este parece el indicado para Bloodline.
No será por perder títulos, por no conseguir llegar a lo más alto, si no por el amor entregado a una persona frágil, extrovertida, cristalina y abierta que simplemente amaba al linaje y ahora respetaba las consecuencias.
El dolor de Roman Reigns
Un imperio no cae por las derrotas, cae por las traiciones. La confianza que se da a sus primos y al propio Sami Uso es más grande que la misma propia cuando tiene un combate. En un reinado tan largo y extenuante se necesitan momentos para reflexionar y sentirse arropado. Este golpe es el talón de aquilés de Roman que lo deja frágil y derrotado.
No habrá perdido los dos campeonatos, pero comienza el principio del fin para Roman. Un hombre que tenía controlada la irá desmedida de Rollins ya el año pasado. Vuelven los fantasmas, la inseguridad, las noches en vela para entender por qué. Según cuenta la historia, Bruto terminó con la vida de César. Según el escritor Plutarco, el propio César tras ver la traición de su hijo, dijo:
«¿También tú, Bruto? ¡Muere entonces, César!»
Un final que se divisa en el horizonte y que Roman nunca quiso ver. No fue Bruto, fue Sami. Un hijo para Roman al que quiso abrazar, educar y enseñar cada uno de los días que estuvo junto a él. El hermano que nunca tuvo Roman y que ahora lo golpea en la columna vertebral de Bloodline.
Se han abierto heridas, que no se pueden cerrar.
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